Maurice Manificat, el Último de los Mohicanos
El 10 de marzo en Oslo, a la edad de 37 años, Maurice Manificat puso fin a su carrera con el equipo francés de esquí de fondo. Desde su debut en 2006 hasta hoy, ha sido una fuente de inspiración para las nuevas generaciones y uno de los mejores esquiadores de la historia del esquí de fondo francés.
Desde 2016, Julbo le acompaña en su búsqueda, una aventura a la vez deportiva y colaborativa.
Arrullado por el clamor de la multitud, con una sonrisa en la cara, se dejó deslizar al pie de las tribunas. Justo antes de cruzar la línea de meta, su última con el mono del equipo francés, Maurice Manificat, con los ojos enrojecidos por la emoción, se detuvo. Con el busto erguido, miró fijamente a la multitud, saludando por última vez con la mano antes de lanzarse a los brazos de quienes compartían su día a día. «Fue increíble», dice. «Este día quedará grabado para toda la vida».
El 10 de marzo de 2024, al final de los legendarios 50 km clásicos de Oslo, en la colina de Holmenkollen, templo del esquí nórdico, Maurice Manificat cerró uno de los mejores capítulos de la historia del esquí de fondo francés. Cuatro veces medallista olímpico y mundial, incluido un subcampeonato del mundo en 2015, y 10 victorias en la Copa del Mundo, el nativo de Haut-Savoie ha sido una esperanza, un atleta consumado, un líder y, sobre todo, una fuente de inspiración para toda una generación, desde su debut en 2006 hasta la actualidad.
Contar esta historia es remontarse a los orígenes, mucho antes de Manificat. Justo cuando el pequeño Maurice no era más que un niño del valle del Arve, en Alta Saboya, que descubría el esquí en la escuela. No conocía ni los códigos ni a los campeones de este deporte. Pero se lanzó. Y sigue siendo su seña de identidad. Incluso cuando se unió al equipo francés en diciembre de 2006 para participar en su primera Copa del Mundo en La Clusaz, tenía una idea clara del camino que quería seguir. Eso es lo que le llevó a su primer podio en la Copa del Mundo (2009), justo un año después de ganar el título mundial sub23 en las pistas de su infancia en Praz-de-Lys, y a su primer éxito en la Copa del Mundo (2010).
A los 25 años, cuando Vincent Vittoz se marchó en 2011, se encontró líder del equipo francés. Fue quizá su medalla de bronce en el relevo olímpico de 2014, compartida con Jean-Marc Gaillard, Robin Duvillard e Ivan Perrillat-Boiteux, lo que le hizo darse cuenta de lo que le habían dado sus mayores y del legado que podía dejar. A partir de ese momento, se dedicó a alimentar ese legado y a ayudar a crecer al equipo que le había dado sus comienzos al más alto nivel.
Esa será también su forma de ser y de hacer las cosas cuando se incorpore a Julbo en 2016. "Me sentí orgulloso de incorporarme a una empresa francesa. Tuve la oportunidad única de conocer a los diseñadores de Julbo y trabajar con los equipos en los ajustes que hay que hacer en los productos para mejorar el rendimiento. Compartimos la misma visión del rendimiento y la excelencia."
Dedicó el resto de su carrera a ayudar a los demás a brillar. Quedará un hueco en este palmarés XXL. En 2018, en PyeongChang (Corea del Sur), se quedó fuera del podio olímpico en los 15 km libres individuales por 4 segundos. Entre lágrimas ante los micrófonos, no se detuvo en su decepción, sino en la tristeza de no haber ofrecido a su familia, a su equipo, a sus amigos, a sus seguidores y a la Francia nórdica esta medalla.
En Oslo, el 10 de marzo, se cerró un capítulo. Aún no ha puesto el punto final. "Me apasiona mi deporte. Siento que mi cuerpo sigue en buena forma y creo que eso es bueno para los formatos de larga distancia."