«El esquí es el boli que te permite escribir tus pensamientos.»

Para él, la montaña es una página en blanco. Un paraíso impoluto para un artista de las cimas. En estas caras inmaculadas, con los esquís puestos, Léo Slemett dibuja líneas a medida que escribe su historia y marca la del Freeride World Tour (FWT).

Del slalom al backflip

Léo creció a los pies del Mont Blanc, con un montón de sueños en la cabeza. Entre las piquetas de slalom nace su pasión por el deslizamiento y descubre la adrenalina que infunde la velocidad. Con sus esquís de gigante hace sus primeros backflips. Fascinado por los vídeos de Candide Thovex y los logros de Aurélien Ducroz, el de Chamonix solo tiene ojos para el freestyle.

Disputa su primera competición en 2011, en Estados Unidos. Una revelación, o mejor dicho una confirmación. Dos años más tarde desembarca en el FWT. El joven humilde y discreto se ve propulsando junto a los mejores freeriders del mundo. ¡Aún no tiene más que 20 años! Un primer récord de precocidad. Aunque lo miren un poco por encima del hombro, Léo sabe adónde va. Pero el aprendizaje es duro, y lo relega a la antesala de la élite en 2013-2014. De todos modos, es lo de menos para este trabajador tenaz: su progresión será luego rápida y lineal...

El hijo pródigo de Chamonix

Guiado por un instinto animal, Léo Slemett emprende el vuelo. Tras dos temporadas llenas de promesas, mejor preparado físicamente y más maduro mentalmente, baja rápidamente por los corredores de nieve polvo con elegancia, da unos saltos monstruosos y se marca unos recorridos ganadores para convertirse en campeón del mundo de freeride, en 2017, en Verbier. ¡Ya está en la cumbre, con solo 23 años! Algo nunca visto.

El logro es realmente admirable porque un año antes la montaña que tanto le gusta se llevó al amor de su vida: Estelle Balet, la campeona del mundo de snowboard extremo. El alud podría haber arramblado con todo. Pero para Léo habrá un después, se lo promete. Así que más que una consagración, su victoria en el FWT marca el principio de su reconstrucción.

En la piel de un explorador

Léo Slemett es un esteta. Perfeccionista hasta el infinito, le gustan las curvas bonitas, las líneas únicas. Con ese espíritu creativo, junto con el de sus amigos de Chamonix, «el niño del valle blanco», graduado en marketing y comunicación, desarrolla con Julbo la máscara Fam Cham, un «pro-model» repleto de elementos gráficos. Con este mismo grupo de amigos (con Vivian Bruchez y Mathéo Jacquemoud sobre todo) sube hoy a la montaña, en esquí-alpinismo o en parapente, y explora el planeta con sus expediciones: Georgia, Pakistán, Groenlandia, Irán, Rusia, Alaska, Nepal… para dar vida a sus proyectos de película. Para contarnos los relatos de sus aventuras. Y ampliar sus miras.