HERVÉ BARMASSE
Solo tenemos una vida, hagamos que sea memorable.
- País
- Italia
- Fecha de nacimiento
- 1977
Nacido en el valle de Aosta, a la sombra del Cervino, imponente pico de 4478 metros, Hervé Barmasse es el digno heredero de una familia de montañeros. Todo es fruto de una pasión transmitida de padres a hijos desde hace cuatro generaciones: el alpinismo. La montaña lo ha visto crecer. Lo ha construido, lo ha cambiado, le ha inspirado. Es toda su vida.
Lleva el Cervino en la sangre.
Hervé se lanzó por las laderas antes de subirlas. A los dieciséis años era una gran esperanza del esquí alpino italiano. Una fiera del descenso. En pleno ascenso. Pero una fuerte caída le rompe la rodilla, y con ella sus sueños de niño. Privado de esquiar, pierde todas sus referencias. Su padre se da cuenta y le abre los ojos, llevándolo en pleno invierno, un helador día de febrero, a escalar el Cervino, siguiendo los pasos de su abuelo y de su bisabuelo. Eso lo cambió todo. El joven descubre que la montaña va mucho más allá de las pistas acondicionadas y que también puede escalarla. Es el principio de otra historia, el momento de explorar la montaña y sus cumbres.
Para su primer ascenso en solitario, Hervé Barmasse emprende la subida por la cara sur del Matterhorn (el nombre alemán del Cervino). El primero de una larga lista, que le lleva a viajar por todo el mundo, de la Patagonia a Pakistán. Un viaje interior también, para descubrir sus propios límites: físicos, técnicos, pero sobre todo mentales. El alpinista, solo consigo mismo, aprende a ignorar el sufrimiento, a superar el cansancio y a escuchar sus miedos. Los que le ayudan a tomar las decisiones adecuadas, para sí mismo o para los demás, cuando ejerce su trabajo de guía de alta montaña. Una cuestión de vida a altitudes hostiles, en «la zona de la muerte».
Subir líneas y escribirlas
El italiano, estrella en su disciplina, tiene un objetivo: salir a la aventura, ahí adonde no va nadie. Salirse de los senderos trillados, en busca de lo desconocido. Abrir vías, como la que lleva su apellido y el de su padre: el corredor Barmasse. ¿Dónde? En el Cervino, ¡claro! Es su montaña. Ha hecho una película sobre ella: Linea continua. Antes de dedicarle también un libro: «La Montagna dentro» (La montaña dentro de mí). Está claro, a este amante de la fotografía y el cine le gusta contar y compartir sus proezas, como la que logró con su compañero de cordada, David Göttler. En 2017, ambos subieron al Shishapangma, uno de los famosos ochomiles del Himalaya, en la frontera entre Nepal y el Tíbet. Una bestia, domada al más puro estilo alpino. Sin botella de oxígeno, sin dejar huella. Con mirada franca. A lo Barmasse.