Charlie Dalin vuelve a por el Everest de los mares

El domingo 10 de noviembre, frente a Les Sables d’Olonne, el atleta Julbo se embarcará, a sus 40 años, en su segunda Vendée Globe.

El skipper del IMOCA Macif Santé Prévoyance, equipado con sus gafas OCEAN MASTER, nos da su visión de esta importante regata: una vuelta al mundo en solitario, sin escalas ni asistencia. ¡La culminación extrema para un navegante!

Charlie, cuéntanos, ¿con qué soñabas de pequeño?

¡Soñaba con el mar, ese lugar de libertad! Cuando empecé a hacer vela con un Optimist a los siete años, durante unas vacaciones en Bretaña, me encantó esa sensación. No vas por una carretera o un camino ya trazado. En el agua eres libre. Vas adonde quieres con la ayuda del viento. ¡Esa fuerza invisible que te impulsa me parece mágica! Eso lo que me animó a inscribirme después en el club de vela de Le Havre, donde vivía. En ese puerto es donde tanto soñé ante los barcos de la Transat Jacques Vabre. ¡Esos veleros hechos para la velocidad, decorados y coloridos me fascinaban!

 

¿Y qué sueños tienes ahora?

Tengo muchos, pero sobre todo la Vendée Globe, claro. Es la carrera en solitario que todos los navegantes sueñan con disputar algún día. Y ganarla si es posible...

La llaman el Everest de los mares. ¿Qué te parece esta analogía?

Es la más larga de las regatas de alta mar, la más difícil y, sin lugar a dudas, la más extrema. Así que se parece mucho al ascenso al Everest para un alpinista. Las dos son una aventura y un afán de superación. Tanto en el mar como en la montaña te mueves en un medio hostil: a veces atraviesas zonas peligrosas, tienes que enfrentarte a la naturaleza y a elementos que no puedes controlar, como la meteorología. Sin embargo, hay muchos menos navegantes que han terminado la Vendée Globe que alpinistas que han coronado el Everest (N. del R.: solo 114 han llegado a la meta de la Vendée Globe en nueve ediciones). Así que, en cierto modo, para el ser humano, la Vendée Globe es aún más inaccesible que «el techo del mundo».

 

¿En tu opinión, la Vendée Globe es más una competición o una aventura?

Tengo alma de competidor. En primer lugar, voy para superar mis propios límites y los del barco; pero también para enfrentarme a otros. ¡Pero el viaje es fantástico! Atravesar todos esos océanos, franquear cabos míticos, es fabuloso.

© Ronan Gladu / Disobey. / Macif

Durante la regata, aunque estés centrado en la ejecución, ¿consigues alguna vez relajarte y admirar lo que te rodea?

Sí, hay momentos de contemplación en los que te quedas un poco quieto, pero son escasos y nunca duran demasiado: el barco volando aparentemente sin esfuerzo, un atardecer, el vuelo de un pez volador en el Atlántico, el de un albatros en los mares del sur... ¡Cuando aparecen los disfrutas al máximo, te quedas con los ojos abiertos de par en par!

 

Vas a participar en tu segunda «Vendée». ¿Sigue siendo un salto a lo desconocido a pesar de todo? 

En cierto modo, sí, porque voy a tener que enfrentarme a situaciones imprevistas, encontrar soluciones, adaptarme. Con mi equipo tratamos de planificarlo todo, anticiparlo todo, pero hay variables que no puedes controlar. ¿Qué tiempo hará? ¿Cuánto durará la regata? ¿Qué problemas técnicos me surgirán? Porque surgirán. Me siento un poco como un esquiador en lo alto de una ladera que ya tiene dominada: aunque la haya bajado una primera vez y la haya desmitificado, sigue siendo un reto tremendo.

© Martin Viezzer / Disobey. / Macif


¿Ese reto es más físico o mental?

Los dos a la vez. Hace cuatro años, al llegar, estaba tan casado física como mentalmente. En una Vendée Globe, todo se multiplica. A menudo estás a flor de piel. No hay nunca tiempos muertos. El cuerpo y la mente trabajan permanentemente. Así que la alimentación y la gestión del sueño son cruciales; y el aspecto humano en general. Hay que ser capaz de reaccionar rápido si recibes un fuerte revés y, al mismo tiempo, evitar la euforia después de un logro estratégico. Todos los skippers lo saben: solo te relajas una vez que has cruzado la meta.

 

Tú fuiste el primero en llegar a la meta hace cuatro años*. Así que llevas a tu espalda la etiqueta de favorito. ¿Cómo llevas esta presión?

Cuando hablamos de favorito, hablamos del resultado, del final de la regata, ¡pero ni siquiera ha empezado aún! Yo me concentro en todo el trabajo que tengo que hacer de aquí a que salga y durante la regata. Todavía no pienso para nada en el objetivo. Luego, evidentemente, la presión está ahí, pero eso es algo que estoy trabajando con mi preparador mental para gestionarla bien. En todo caso, me siento más preparado que la última vez. Para empezar, sé que soy capaz de lograrlo. Así que estoy más tranquilo.

 

*En la edición 2020-2021, Charlie Dalin fue el primero en cruzar la línea de meta de la Vendée Globe, después de 80 días en el mar. Pero con las compensaciones de tiempo asignadas por el jurado de la regata a los competidores que participaron en el rescate de Kevin Escoffier, el skipper Julbo quedó finalmente clasificado en segundo lugar, por detrás del ganador, Yannick Bestaven.

En 2020, zarpasteis en pleno confinamiento. Esta vez, el Chenal de Les Sables d’Olonne estará plagado de gente...

Va a ser un momentazo, está claro. En aquel entonces no habíamos vivido ese pasillo, ese túnel emocional con cientos de miles de personas aclamándonos y animándonos. Me estoy preparando para ello, para estar listo para vivir intensamente el momento pero sin dejar que me abrume.

 

Unos minutos antes, te despedirás de tu hijo Oscar, que tiene seis años y medio. ¿Te preocupa ese momento?

Sobre todo voy a disfrutarlo y nutrirme. Ha sido mi decisión, es mi pasión, nadie me obliga a marcharme. Sobre todo voy a intentar ponérselo fácil, así que intentaré no transmitirle estrés ni tensión. Hace cuatro años escaloné un poco las emociones. Me despedí unos días antes, en casa. Esta vez será ahí, el día D. ¡Pero él ha crecido y yo también!

¿Qué te enseñó la última Vendée Globe sobre ti mismo?

Pensaba que era muy estable emocionalmente. ¡Pero el cansancio era tan grande que viví unos altibajos muy fuertes! Por eso me he estado preparando para mantenerme lo más lineal posible mentalmente a lo largo de toda la regata.

 

¿Qué puedes decirnos de tu barco y de las sensaciones que vives a bordo?

Es un barco que me gusta mucho, potente y polivalente, que está pensado específicamente para esta Vendée Globe. No tengo una relación personificada como algunos navegantes, pero estoy deseando salir con él. Cuando se lanza a plena velocidad sobre el agua, tengo la impresión de estar sobre una alfombra mágica, como en la llegada de la Nueva York-Vendée (N. del R.: la última transat de clasificación para la Vendée Globe). Cuando el mar está bien y cierro los ojos, a veces tengo la sensación de ir a diez nudos, ¡cuando el barco va en realidad a más de treinta nudos (N. del R.: casi sesenta kilómetros por hora)! Es impresionante.

¿Ya has sentido miedo en el mar?

En realidad, no tienes tiempo de tener miedo. Cuando te pilla una tormenta, lejos de todo atisbo de vida humana, hay que controlar, mantener la calma, estar muy atento al barco, el estado de la mar, elegir la vela adecuada, el rumbo adecuado, para salir indemne. En la edición anterior, la única vez que tuve miedo fue la víspera de la salida. La última ducha, la última comida, la última noche en una cama... Todo eso fue bastante estresante. Pero al día siguiente por la mañana toda esa aprensión había desaparecido. Aunque físicamente aún estaba en tierra firme, mi mente ya estaba en el mar.

 

En ese sentido, si cierras los ojos y te proyectas en la salida, el 10 de noviembre a las 13:02, ¿qué ves?

Me imagino una salida bajo el sol, con el mar en calma, con el viento adecuado, el ángulo adecuado para que el barco vuele sobre sus foils. Traspaso la línea ni demasiado pronto ni demasiado tarde, y sobre todo sin golpes. Más lejos, saludo a los últimos barcos de seguimiento. La luz del día empieza a atenuarse. Veo esa primera noche de regata perfilándose en el horizonte. Soy libre, por fin. ¡Y, si todo va bien, voy más rápido que los demás [risas]!

© Guillaume Gatefait / Disobey. / Macif

Para terminar, hablemos de equipamiento y protección óptica solar. ¿Cuántos pares de gafas Julbo te llevarás para esta vuelta al mundo?

Llevaré cinco pares diferentes a bordo, en particular las SHIELD OCEAN MASTER, mi modelo preferido. Voy a someterlas a duras pruebas, con la sal, los golpes, las caídas... Pero las gafas Julbo son muy sólidas y, además de protegerme los ojos del sol, las salpicaduras y el viento, son una grandísima ayuda para el rendimiento. Con las lentes SPECTRON HD 4 POLARIZED, que acentúan los contrastes en la superficie del agua, consigo leer mejor las ráfagas, esas pequeñas olitas que me permiten identificar las zonas donde hay más viento. Es muy útil, sobre todo cuando el viento es flojo y buscas el menor soplo de aire. Así que son un equipamiento indispensable para mí, tanto en el mar como en tierra, de hecho. Cuando salgo de casa, necesito llevarme el teléfono, las llaves, la cartera ¡y mis gafas Julbo!

Envío gratuito

Desde 100€ de compra

Devoluciones

dentro de los 14 días

Pago Seguro

2x 3x y 4x sin costes