Ueli Steck

Como en un guiño del destino, la vida de Ueli Steck terminó al pie del Everest, la cumbre más alta del mundo. Tras haber flirteado con las montañas del mundo entero, en todos los continentes, en los lugares más remotos, su viaje toco a su fin el pasado 30 de abril cuando trataba de realizar una primicia en la cordillera del Himalaya.

Una primicia. Una más. Que se lo llevó por encima de las nubes. Esa zona que rozó más de una vez, sin llegar a alcanzarla jamás, multiplicando los ascensos arriesgados. Esta vez no se libró, la Dama de blanco se lo llevó. Se truncó la vida de un artista, que fue incinerado en Nepal, en lo más profundo de aquel recóndito lugar que tantas veces exploró.

Pero sus recuerdos y sus hitos quedarán grabados para siempre. Con su estilo y personalidad, trajo una nueva visión de esta disciplina. Repasamos la trayectoria apasionante de una leyenda convertida en estrella. Tenía 40 años. 

Everest Lhotse

El proyecto Everest-Lhotse

El último baile

 Apenas hubo terminado su travesía de las 82 cumbres más altas de los Alpes en junio de 2015, Ueli Steck empezó a pensar en otro gran proyecto: encadenar dos de las cumbres más altas del mundo. El ascenso consistía en llegar al techo del mundo: el Everest (8848 m), para después alcanzar, por un collado de unos 8000 m también, la cuarta montaña más alta del mundo, el Lhotse (8513 m). Y hacerlo sin oxígeno, al más puro estilo alpino. Una primicia mundial. El suizo se marchó a Nepal a principios de abril para tratar de hacer realidad esta gran travesía. Pero el pasado 30 de abril, a la sombra del Everest, perdió la vida, víctima de una caída por un precipicio cuando estaba solo, aclimatando. 

summit

Un prodigio del alpinismo

 Tenía 12 años cuando descubrió la escalada con un amigo de su padre. Sintió un flechazo por la disciplina. Su vida dio un giro. Dejó el hockey sobre hielo y se lanzó a escalar las paredes suizas. A los 18 años, sube por primera vez el Eiger por su cara norte. «The Suiss Machine», tal como se le conocía, acumula records y proezas en solitario.

 

Records de velocidad con la pala

 Más rápido, cada vez más rápido. Abandonarse. Dejarse llevar por la montaña. Cada movimiento del terreno se convierte en un pretexto para acelerar. Con los años, los records de ascensos de Ueli Steck se multiplican. En los Alpes —Eiger (2h22’50’’), Grandes Jorasses (2h21), Cervino (1h56)— y en el Himalaya —Shishapangma (10h30), Annapurna (28h). Pisó todas estas montañas, sobre ellas aceleraba las zancadas. Para realizar estas proezas, el técnico no dejaba nada al azar. Cada vez que decidía emprender el ascenso de una montaña primero la estudiaba meticulosamente, indagaba, la escrutaba... Y su material también. Lo piensa, lo sopesa, lo calcula todo, tal como cuenta Lucie Lacroix, team manager de Julbo que trabajó con la «Swiss machine »: «Ueli era muy exigente con el material. Contribuyó enormemente a la evolución de la gama solar. Quería unas gafas más ligeras y menos cerradas para la ventilación sin perder calidad de protección. Trabajamos con él para sacar los nuevos modelos.»


«Mi reto personal es optimizar el tiempo e ir cada vez más deprisa. Para mí, el alpinismo forma parte de un proceso con el que busco mejorar constantemente. El tiempo es un indicador objetivo. Si es el mejor, significa que lo he hecho mejor. Eso es lo que busco: progresar.»

- Ueli Steck


 

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 El amor por la soledad

 Hay secretos que quedarán enterrados para siempre. Ascensos solitarios, sin imágenes ni compañeros de cordada. Ante sus ojos, sus gafas de sol Julbo estaban en primera línea. Compartían discretamente esos momentos egoístas entre el alpinista arriesgado y la montaña. Como auténticas aliadas que eran, no revelarán sus secretos. Porque, aunque son muchos los alpinistas que acompañaron a Ueli Steck, al escalador suizo disfrutaba particularmente con los ascensos en solitario. Solo, frente a la montaña, también se enfrentaba a sus dudas, a sus decisiones. Una libertad que le gustaba y reivindicaba. «Paso mucho tiempo en la montaña. Me gusta desafiar a la roca y al hielo. Es un entorno simple, franco, donde reina una libertad absoluta. Aquí puedes hacer lo que quieras y establecer tus propias reglas.»

 

Una última búsqueda

 «No clasifico mis ascensos. Cuando he cumplido un objetivo, paso a otra cosa. Lo que he hecho se convierte en una experiencia, sin más. Para mí lo importante es el proyecto que vendrá después. Le dedico toda mi energía y lo convierto en una prioridad, sea cual sea.» Empujado por sus deseos, sus ideas, su imaginación... ya soñaba con sus próximos retos. Con un palmarés como el suyo, sus objetivos eran a menudo sinónimo de récord. Pero eso no era lo más importante para Ueli Steck. La esencia de su búsqueda siempre fue la misma: codearse con la libertad... hasta el final.

 

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